Manifiesto

Hoy llega al ámbito electrónico y, por lo tanto se hace de dominio público nuestra página cultural independiente EL CALLAO, ubicable en la dirección www.el-callao.com

EL CALLAO ve la luz en circunstancias que sistemáticamente se incrementa el interés por el acercamiento y relación de las personas en beneficio de la correspondencia fecunda entre ellas mismas y entre los pueblos. Aspira a ser ventana y nexo adicionales para los naturales de nuestra ciudad portuaria, residan dentro de sus límites territoriales o en el extranjero, así como para individuos y grupos familiares o sociales que eligieron nuestro Primer Puerto para radicarse y contribuir con sus labores cotidianas en su ulterior avance hacia niveles superiores. Igualmente, en consonancia con el espíritu y mentalidad universalistas del hombre de nuestra tierra, será abierto y vasto en perspectivas, como el mar océano que lo baña, por lo que en EL CALLAO también tendrán cabida aquéllos que sin ser chalacos ni residir dentro de sus límites territoriales deseen espacio para expresar en sus páginas lo que deseen comunicarnos. Por lo dicho, quedan todos invitados a participar.

Ambicionamos, pues, aportar siempre de manera perfectiva lo excelente que esté a nuestro alcance, como las demás páginas o redes electrónicas hermanas ya existentes – o las que se organizaren en el futuro – que tienen al Callao por ideal, y brindar nuestra cuota de esfuerzo en esta noble tarea común, lo que nos recomienda a ratificar que nuestra página EL CALLAO no surge para competir ni rivalizar ni pugnar con nada ni con nadie, ni con propósitos de opacar a ninguno, sino, repetimos, para cooperar con flexibilidad y tolerancia, estimulándonos recíprocamente a través del intercambio de noticias, reseñas, conocimientos o actitudes y aptitudes positivas; favoreciendo civilizadamente erudición, sapiencia y sabiduría en ambiente de distensión y concordia entre participantes y lectores.

EL CALLAO alienta a escribir trabajos de las más diversas índoles, como cuentos, relatos, epístolas, memorias, ensayos, historias, narraciones varias en prosa o poesía, en el género que más le agrade a su creador, cuyas composiciones, previa aceptación, serán publicadas ad honórem, sin cobros ni pagos ni retribuciones monetarias para nadie habida cuenta que EL CALLAO es página NO LUCRATIVA. Por lo mismo, que cualquiera tome de él el material que desee con el único compromiso de indicar la fuente, procedencia y nombre del autor, derecho que también practicaremos nosotros sin limitaciones.

EL CALLAO no se responsabilizará por los contenidos de los textos publicados, y tampoco impondrá censura alguna. Serán la propia calidad ético-moral de cada colaborador y su propia conciencia las que iluminen su camino, como también quien lo lea el que juzgue y enjuicie su trabajo.

En el primer párrafo indicamos que EL CALLAO es página CULTURAL. La cultura, como entendemos, abarca todo el espectro del quehacer y sentir humanos, lo material y espiritual inherentes a personas de ambos sexos. En su comprensión más dilatada, incluye conceptos que van desde la más humilde producción y reproducción de bienes materiales, palpables y tangibles, hasta la de los logros intelectuales, intangibles e incorpóreos más elevados. EL CALLAO alentando, estimulando y difundiendo simultáneamente valores chalacos y ecuménicos, se mantendrá al margen de partidismos, facciones, parcialidades y banderías. EL CALLAO honrará y se guiará por principios de Verdad, Honestidad, Justicia, Independencia y Libertad, de respeto al prójimo y a la vida en sus más diversas formas y manifestaciones, de consideración y defensa de nuestra identidad, de protección al medio ambiente y de preservación de nuestro planeta Tierra, que, en definitiva, es el único hogar que disponemos y que nos pertenece a todos.

Ricardo E. Mateo Durand

ricardomateo1945@yahoo.com

Tartu (Estonia)

El Callao (Perú)

Inaugurando nuestra página electrónica cultural El Callao, nos satisface reproducir Conversión de un libertino, narración correspondiente a las Tradiciones Peruanas, autoría de don Ricardo Palma (1833-1919). Incluimos ilustraciones tomadas de internet e intercaladas por nosotros en el texto.

Don Ricardo Palma Soriano
Don Ricardo Palma Soriano   (07.02.1833-06.10.1919)

Un faldellín he de hacerme 

de bayeta de temblor,

con un letrero que diga:

¡misericordia, Señor!

(Copla popular en 1746)

En el convento de la Merced existe un cuadro representando un hombre a caballo (que no es San Pedro Nolasco, sino un criollo del Perú), dentro de la iglesia y rodeado de la comunidad. Como esto no pudo pintarse a humo de pajas, sino para conmemorar algún suceso, dime a averiguarlo, y he aquí la tradición que sobre el particular me ha referido un religioso.

Plano de la ciudad del Callao
Plano de la ciudad del Callao (Fuente: Internet)

Don Juan de Andueza era todo lo que hay que ser de tarambana y mozo tigre. Para esto de chamuscar casadas y encender doncellas no tenía coteja.

Gran devoto de San Rorro, patrón de holgazanes y borrachos, vivía, como dicen los franceses, au jour le jour, y tanto se le daba de lo de arriba como de lo de abajo. Mientras encontrara sobre la tierra mozas, vino, naipes, pendencias y francachelas, no había que esperar reforma en su conducta.

Para gallo sin traba, todo terreno es cancha.

El 28 de octubre de 1746 hallábase en una taberna del Callao, reunido con otros como él y media docena de hembras de la cuerda, gente toda de no inspirar codicia ni al demonio. El copeo era en regla, y al son de una guitarra con romadizo, una de las mozuelas bailaba con su respectivo galán una desenfrenada sajuriana o cueca, como hoy decimos, haciendo contorsiones de cintura, que envidiaría una culebra, para levantar del suelo con la boca y sin auxilio de las manos un cacharro de aguardiente. A la vez y llevando el compás con palmadas cantaban los circunstantes:

«Levantámelo, María;
levantámelo, José;
si tú no me lo levantas
yo me lo levantaré.
¡Que se quema el sango!
¡No se quemará,
pues vendrán las olas
y lo apagarán!».

Aquella bacanal no podía ser más inmunda, ni la bailarina más asquerosamente lúbrica en sus movimientos. Eso era para escandalizar hasta un budinga. Con decir que la jarana era de las llamadas de cascabel gordo ahorro gasto de tinta.

La zamacueca o mozamala es un bailecito de mi tierra y que, nacido en Lima, no ha podido aclimatarse en otros pueblos. Para bailarlo bien es indispensable una limeña con mucha sal y mucho rejo. Según la pareja que lo baila, puede tocar en los extremos: fantásticamente espiritual o desvergonzadamente sensual: habla al alma o a los sentidos. Todo depende de la almea.

Refieren que un arzobispo vio de una manera casual bailar la mozamala, y volviéndose al familiar que lo acompañaba, preguntó:

-¿Cómo se llama este bailecito?
-La zamacueca, ilustrísimo señor.
-Mal puesto nombre. Esto debe llamarse la resurrección de la carne.

Ilustración de Arnoldus Montanus (1671) hecha desde el mar hacia la ciudad del Callao (Fuente: internet)
Ilustración de Arnoldus Montanus (1671) hecha desde el mar hacia la ciudad del Callao (Fuente: internet)

Acababan de picar a bordo del navío de guerra San Fermín (construido en 1731 en el astillero de Guayaquil, con gasto do ochenta mil pesos) las diez y media de la noche, cuando un ruido espantoso, acompañado de un atroz sacudimiento de tierra, vino a interrumpir a los jaranistas. Pasado éste, y sin cuidarse de averiguar lo ocurrido en la población, volvió aquella gentuza a meterse en el chiribitil y a continuar el fandango.

Un cuarto de hora después Juan de Andueza, que habla dejado su caballo a la puerta del lupanar, salió para sacar cigarros de la bolsa del pellón, y de una manera inconsciente dirigió la mirada hacia el mar. El espectáculo que éste ofrecía era tan aterrador, que Andueza se puso de un brinco sobre la silla, y aplicando espuela al caballo, partió al escape, no sin gritar a sus compañeros de orgía:

-¡Agarrarse, muchachos, que el mar se sale y apaga el sango!

En efecto, el mar, como un gladiador que reconcentra sus fuerzas para lanzarse con mayor brío sobre su adversario, se había retirado dos millas de la playa, y una ola gigantesca y espumosa avanzaba sobre la población.

De los siete mil habitantes del Callao, según las relaciones del marqués de Obando, del jesuita Lozano y del ilustrado Llanos Zapata, no alcanzó al número de doscientos el de los que salvaron de perecer arrastrados por las olas.

El terremoto, habido a las diez y media de la noche, ocasionó en Lima no menores estragos; pues de setenta mil habitantes quedaron cuatro mil sepultados entre las ruinas de los edificios. «En tres minutos -dice uno de los escritores citados- quedó en escombros la obra de doscientos once años, contados desde la fundación de la ciudad».

Aunque los templos no ofrecían seguro asilo, y algunos, como al de San Sebastián, estaban en el suelo, abriéronse las puertas de las principales iglesias, cuyas comunidades elevaban preces al Altísimo, en unión del aterrorizado pueblo, que buscaba refugio en la casa del Señor.

Entretanto, ignorábase en Lima el atroz cataclismo del Callao, cuando después de las once, un jinete, penetrando a escape por un lienzo derrumbado de la muralla, cruzó el Rastro de San Jacinto y la calle de San Juan de Dios, y viendo abierta la iglesia de la Merced, lanzose en ella y llegó a caballo hasta cerca del altar mayor, con no poco espanto del afligido pueblo y de los mercenarios, que no atinaban a hallar disculpa para semejante profanación.

Detenido por los fieles el fogoso animal, dejose caer el alebronado jinete, y poniéndose de rodillas delante del comendador, gritó:

-¡Confesión! ¡Confesión! ¡El mar se sale!

Tan tremenda noticia se esparció por Lima con velocidad eléctrica, y la gente echó a correr en dirección al San Cristóbal y demás cerros vecinos.

No hay pluma capaz de describir escena de desolación tan infinita.

El virrey Manso de Velazco estuvo a la altura de la aflictiva situación, y el monarca le hizo justicia premiándolo con el título de conde de Superunda.

Panorámica artística del Callao vista desde el mar
Panorámica artística del Callao vista desde el mar
(Fuente: internet)

Juan de Andueza, el libertino, cambió por completo de vida y vistió el hábito de lego de la Merced, en cuyo convento murió en olor de santidad.

Texto tomado de: http://es.wikisource.org/wiki/Conversi%C3%B3n_de_un_libertino

2 thoughts on “Manifiesto”

  1. Estimado Ricardo, felicitaciones por este nuevo aporte cultural al servicio de todos y para todos, estoy convencido que genera frutos en corto tiempo.
    Un fuerte abrazo
    Ricardo

  2. Don Ricardo Palma, una vez cada semana asistia a una reunión en la Calle Teatro frente al actual Teatro Callao y junto a la Estación de Bomberos. Se identificó tanto con el Callao…

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